Perdón querida Berta

“Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!» expresó tiernamente el Papa Francisco en su visita a los pueblos indígenas de Chiapas, México. Hoy es bueno recoger estas palabras para decírselas a nuestra querida Berta.

Los medios de comunicación cerraron sus puertas a las peticiones de Berta Cáceres y al COPINH, desoyeron sus propuestas, ignoraron el premio que había recibido, pero qué va eso no vende. Tampoco tomaron sus declaraciones cuando fue detenida por la policía, no cubrieron cuando fue llamada a los juzgados, ninguno hizo eco de su defensa por su pueblo indígena, ni su lucha permanente a favor de las mujeres y los bienes naturales. Pero hoy la historia sí vende, hay sangre, hay dolor y ese es un gran negocio para las empresas privadas de información. Se vuelven a olvidar de su lucha, de su clamor constante para entender la cosmovisión del pueblo Lenca y su relación con la madre naturaleza.

Ya basta de hipocresías, las dirigencias de los partidos políticos y los sectores afines nunca quisieron escuchar a Berta, siempre la vieron como enemiga interna, como contraria. Como una radical, como una mujer que no entiende los negocios del mundo de la política.

El gobierno gringo, a través de su embajada, muestra su mejor expresión de cinismo, Berta siempre estuvo en contra y denunció constantemente la ocupación de bases militares en Honduras por parte del ejército norteamericano, criticó fuertemente el apoyo financiero, de formación y técnico a los cuerpos de seguridad de Honduras por parte de la industria guerrerista gringa. Seguramente la vieron como una piedra en sus zapatos.

La empresa privada, a través de una de sus principales figuras, Aline Flores, hizo serios y directos señalamientos contra Berta Cáceres, poniendo así en riesgo su vida, su integridad y su lucha. Hoy esa misma clase pudiente del país, se muestra compungida, lamentando el asesinato; no hay excusas, la empresa privada junto con el gobierno, promotores del modelo extractivista en Honduras, odiaron a Berta por oponerse abiertamente a esos intereses mezquinos y deleznables. Ahora vienen con su flamante doblez y golpes de pecho.

La iglesia, o por lo menos su jerarquía, se ha vestido con los rasgos más evidentes de los fariseos del tiempo de Jesús. La propia Berta declaró a medios internacionales, a inicio de diciembre del año pasado, “en su discurso dice a las comunidades indígenas que no se organicen en el COPINH ni escuchen sus radios”. Cuánta responsabilidad tenemos como iglesia para ver los rostros caretos de Jesús representados en los pueblos indígenas. Por esos pueblos indígenas que “han sido mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado”.

Sin duda, “Qué bien nos haría a todos hacernos un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!“.

 

 

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